Los domingos son los días más tradicionales y conservadores de la semana. Algunos acostumbran ir a misa. Otros lo aprovechan para organizar un gran asado familiar. La mayoría prefiere no pensar mucho, e ir a comer siempre al mismo lugar. Pero hay veces que es necesaria una escapadita para salir de la rutina… Este fue el caso de un domingo que pasó. Íbamos a salir a almorzar en familia, y Papá estaba proponiendo sus lugares favoritos de siempre. Tachu y yo no estábamos muy convencidos (estábamos un poco aburridos con la selección usual), entonces Tachu sugirió ir a Areguá.
Para los que no han ido a Areguá últimamente, ¡les cuento que anda más linda que nunca! Tiene una floreciente oferta cultural, artística y gastronómica, y casi todos los fines de semana hay actividades interesantes: encuentros de Volskwagens, peñas, obras de teatro, stand-ups, actividades de bioconstrucción, ferias gastronómicas y la infaltable Expo Frutilla. Todo esto, ¡a menos de 30km de Asunción!
Ya llegando al pueblo, empezamos a dar vueltas buscando un lugar donde almorzar. De repente, en una esquina vimos un lugar que se veía repleto, lo cual es molesto, pero es siempre una buena señal. Se llamaba Don Pablo, y cuando Tachu nos dijo que creía recordar que ya habia estado en ese restaurant, y que servía un rico buffet, decidimos quedarnos.
Nos costó encontrar estacionamiento, porque por más de que cuenta con un terreno en frente que sirve como estacionamiento para los clientes, ¡de verdad les digo que el lugar estaba lleno! Encontrar mesa fue menos complicado, por suerte. Tachu nos consiguió una mesa adentro, cuya ventaja era que había aire acondicionado, pero la desventaja era que no había rampa para discapacitados, y tuvimos que alzar la silla de Mip para poder entrar.
Se notaba que los mozos no daban abasto. Limpiaron más o menos nuestra mesa (se quedaron algunos rastros de los antiguos comensales), y con cara de desesperados, nos dijeron que les podíamos pedir las bebidas, pero que vayamos a servirnos el buffet.
Buffet en Don Pablo - Mi plato |
El buffet se veía desafiante. Había muchísima comida, y con esa pinta de deliciosa que solo la comida casera puede tener, ¡pero la gente la rodeaba tipo leones atacando a antílopes! Menos mal que esta Alma Glotona tiene “training”…
Agarré mi plato, y con suma eficiencia me serví arroz con pollo a la mostaza, repollo relleno, y una papa rellena estilo yankee que se veía supremamente tentadora. Tucha se había avivado, y ya nos había traído él nomás las bebidas, para no esperar a los mozos locos.
Mi comida estaba riquísima. Fiel a su pinta, el sabor también era casero. El pollo a la mostaza estaba suave (y el arroz no estaba seco, cosa que siempre me desespera en los buffets), el repollo relleno estaba una delicia, pero la papa rellena fue la mejor elección, ¡lejos! Era una papa que había sido cocinada al horno, envuelta en papel aluminio, y la habían rellenado de queso crema, orégano y parmesano. ¡¡Bomba totalllll!! Rogo se quejó que su comida estaba fría, un peligro frecuente en los buffets, pero la mía estaba bien. El precio fue lo que más nos sorprendió: ¡134.000Gs. por 5 personas!
Frutilla con chantilly |
Ya saliendo de “Don Pablo” nos pusimos a debatir si es que uno podría someter a los restaurantes del interior a la misma crítica que los de Asunción. Yo creo que en cosas como la limpieza del local, la calidad y sabor de la comida y el servicio, uno debería ser igual de exigente en todos los lugares. Obviamente uno no espera los mismos lujos cuando se va a comer a un local en el mercado vs. un restaurant 5 estrellas, la experiencia es distinta, pero sí se pueden exigir puntos básicos que hagan que esta experiencia sea positiva.
Delicias de la Expo Frutilla |
¡No podíamos irnos de Areguá sin visitar la Expo Frutilla! ¡Carpas y carpas de frutillas, mermeladas, licores, tartas, postres, etc. etc. etc.! Y lo mejor es que los expositores te dejan probar sus delicias mientras que vas visitando las mesas. Una señora me dio de probar su mermelada y terminé comprándole 2 potes. También me llevé un vaso de frutilla con chantilly (¡¡hmmmm!!!), y un kg de frutillas frescas para disfrutarlas en casa. Rogo compró una botella de licor de frutilla que tenía sabor a chicha.
Cuando ya nos habíamos quedado sin sencillo, decidimos que era hora de irnos de la Expo Frutilla. Y con el auto con olor a frutilla, nos pasamos la tarde recorriendo Areguá…